«Es por este motivo que la esclavizadora devoción a los "incentivos" sociales o biológicos de las plataformas no es suficiente explicación para nuestra "escribanía". Si nos vemos impulsados a escribir es por "algo en nosotros que está esperando a ser un adicto"; una falta, un deseo, una deficiencia que buscamos atender. ¿Es un ansia por conectar? ¿Un deseo de fama? Si es así, postear es una pobre estrategia: es tan probable que pierdas amigos como que los hagas, una celebridad online está a sólo 240 caracteres de la infamia online. Así que, ¿por qué seguimos participando en una actividad que actúa en contra de nuestros intereses y no nos aporta ningún placer en concreto? "¿Es la autodestrucción, de alguna forma perversa, el producto?", se pregunta Seymour. En otras palabras: nos vamos de viaje más allá del principio de placer. ¿Y si el impulso que acecha tras nuestra participación compulsiva en la Máquina de Tuitear no es una persecución conductual del placer maximizado, sino la pulsión de muerte freudiana, nuestro instinto latente hacia la extinción orgánica, la destrucción, la auto-obliteración, "la ratio"? ¿Y si publicamos cosas que nos autosabotean porque queremos sabotearnos? Y si la razón por la que tuiteamos es porque desearíamos estar muertos?»
Extraído y traducido del artículo "Going Postal, A psychoanalytic reading of social media and the death drive" de Max Read.
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