Retrato de Elon Musk, por el artista Conor Walton
Cuando el escritor Douglas Rushkoff fue invitado a dar una charla en un resort privado sobre el futuro de la tecnología, pensó que simplemente acabaría, como de costumbre, contestando a preguntas sobre las palabras de moda del momento y si merecía la pena invertir en las industrias detrás de esas palabras: impresión 3D, blockchain...
Lo que no vio venir es que pronto los asistentes comenzaron a manifestar su verdadera preocupación: cómo sobrevivir cuando llegue el apocalipsis.
"¿Qué región se verá menos afectada por la futura crisis climática: Nueva Zelanda o Alaska? ¿Realmente Google está construyéndole a Ray Kurzweil un hogar para su cerebro, y sobrevivirá su consciencia a la transición, o morirá y renacerá como una nueva y totalmente distinta? Para acabar, el CEO de una casa de corredores de bolsa explicó que casi había completado la construcción de su propio sistema de búnkeres y preguntó: "¿Cómo mantengo mi autoridad sobre mis fuerzas de seguridad después del Evento?"El Evento. Ese fue su eufemismo para el colapso medioambiental, malestar social, explosión nuclear, virus imparable o hackeo de Mr Robot que acabe con todo."
En este artículo, publicado en su cuenta de Medium y en The Guardian, Rushkoff reflexiona sobre cómo la tecnología dejó de ser un medio para que los humanos progresen y superen sus trabas, y se ha convertido en un fin y solución en sí misma. En un mundo colonizado por esta perspectiva, las características de los humanos ya no son features sino bugs, que se puden curar con las nuevas tecnologías. Todo lo que nos hace realmente humanos puede ser superado y dejado atrás: "el cuerpo, la interdependencia, la compasión, la vulnerabilidad y la complejidad".
Los multimillonarios no están interesados en usar la tecnología para hacer de este un mundo mejor, sino en convertirla en acciones en bolsa rentables y, en su debido momento, escapar del apocalipsis dejando atrás a todo quisque (excepto, por supuesto, a sus otros amigos también ricos) a bordo de cápsulas dirigidas a colonias en Marte, habitando búnkeres, volcando sus consciencias en la nube o a bordo de un coche (qué disparates se me ocurren) lanzado al espacio.
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