Cuando el escritor Douglas Rushkoff fue invitado a dar una charla en un resort privado sobre el futuro de la tecnología, pensó que simplemente acabaría, como de costumbre, contestando a preguntas sobre las palabras de moda del momento y si merecía la pena invertir en las industrias detrás de esas palabras: impresión 3D, blockchain...
Lo que no vio venir es que pronto los asistentes comenzaron a manifestar su verdadera preocupación: cómo sobrevivir cuando llegue el apocalipsis.
"¿Qué región se verá menos afectada por la futura crisis climática: Nueva Zelanda o Alaska? ¿Realmente Google está construyéndole a Ray Kurzweil un hogar para su cerebro, y sobrevivirá su consciencia a la transición, o morirá y renacerá como una nueva y totalmente distinta? Para acabar, el CEO de una casa de corredores de bolsa explicó que casi había completado la construcción de su propio sistema de búnkeres y preguntó: "¿Cómo mantengo mi autoridad sobre mis fuerzas de seguridad después del Evento?"
El Evento. Ese fue su eufemismo para el colapso medioambiental, malestar social, explosión nuclear, virus imparable o hackeo de Mr Robot que acabe con todo."
En este artículo, publicado en su cuenta de Medium y en The Guardian, Rushkoff reflexiona sobre cómo la tecnología dejó de ser un medio para que los humanos progresen y superen sus trabas, y se ha convertido en un fin y solución en sí misma. En un mundo colonizado por esta perspectiva, las características de los humanos ya no son features sino bugs, que se puden curar con las nuevas tecnologías. Todo lo que nos hace realmente humanos puede ser superado y dejado atrás: "el cuerpo, la interdependencia, la compasión, la vulnerabilidad y la complejidad".
Los multimillonarios no están interesados en usar la tecnología para hacer de este un mundo mejor, sino en convertirla en acciones en bolsa rentables y, en su debido momento, escapar del apocalipsis dejando atrás a todo quisque (excepto, por supuesto, a sus otros amigos también ricos) a bordo de cápsulas dirigidas a colonias en Marte, habitando búnkeres, volcando sus consciencias en la nube o a bordo de un coche (qué disparates se me ocurren) lanzado al espacio.
Es 1984 (aprox.). Estamos en Wilhelmshaven (Alemania) y un chaval llamado Darius está dibujando, o leyendo tebeos o revistas sobre cine de terror. Vaya usted a saber qué. Mientras, de fondo, está sonando la radio. El locutor por fin se calla y da paso a la siguiente canción. comienzan a sonar unos acordes sintéticos de new wave, una especie de post-punk gótico. Las voces tienen cierto acento difícil de identificar. Quizá sean rusos, quizá sean polacos, quizá incluso griegos. El caso es que es un tanto difícil entender qué cantan en inglés. In the wind -parece que comienzan diciendo- you came here running... Lo importante es que Darius tenía una cinta de casete puesta preparada en su pletina y no tiene más que pulsar un botón para grabarla. Le queda perfecta. Ni rastro de la voz del locutor, ni al principio ni al final.
Escribe con un boli en la solapa de la funda de la cinta. ¿Título? "Blind the wind". Por ejemplo. ¿Autor? Darius se encoge de hombros y escribe un signo de interrogación.
?
Más tarde pasará a máquina la lista de canciones de la solapa para darle a la cinta una portada en condiciones, pasando a engrosar su numerosa colección de casetes. Esta será la cinta número 4. Mientras tanto, Darius vuelve a sus tareas, a leer o a dibujar. Esas cosas que hacen los chavales de los 80.
No sabe que acaba de sembrar la semilla de uno de los mayores misterios sin resolver de la historia de internet.
¿Qué banda interpretó la canción? ¿De qué país eran? ¿Cuál era su título real? Cientos, si no miles de detectives online, se han lanzado a buscar respuesta a estas preguntas, y a día de hoy, en el momento en que se escribe este artículo, aún no han sido encontradas.
A continuación, unas cuantas cosas que sí se saben con certeza.
Darius S., el protagonista de nuestra historia, grabó la canción del programa Musik für junge Leute (“Música Para Gente Joven”) de la emisora alemana NDR 1. En 2004 digitalizó su colección de música. En 2007, su hermana Lydia, como regalo para Darius, quiso montar una web con toda su colección, pero esta canción seguía siendo una total incógnita, así que subió un extracto a un par de sitios web especializados en música con la intención de que alguien los identificara. Esto no arrojó ninguna pista.
El verdadero boom del asunto de la bautizada como "la canción más misteriosa de internet" comenzó en 2019 con un chaval llamado Gabriel da Silva Vieira, que se cruzó con la investigación de Lydia y decidió compartirla en un par de subreddits sobre música. Ahí comenzó la viralización del misterio, a la cual contribuyó Justin Whang, hablando sobre la canción en su canal de YouTube "Tales from the Internet". Hasta este momento sólo se contaba con el extracto que había compartido Lydia, pero alguien le pidió el archivo completo por e-mail y ella amablemente se lo envió, filtrándose a la red más tarde.
Se ha preguntado a Paul Baskerville, el DJ que trabajaba en el programa en aquella época, y no recuerda nada sobre la canción, ni tiene recuerdo de haberla pinchado. Declara que podría estar en alguna parte de su colección de más de 10.000 discos de vinilo pero asegura que conoce bastante bien todo lo que tiene. Asegura también que, lamentablemente, todas las playlists del programa de aquella época fueron destruidas hace tiempo. Además, otro DJ de la emisora que podría ser el que hubiese pinchado la canción, falleció unos años atrás.
Se ha buscado en guías de música new wave y en GEMA (base de datos musical alemana). ¿Respuestas? Ninguna. Mientras tanto, troleos y pistas falsas a montones.
Recientemente, en 2021, Lydia encontró una versión de la canción con más calidad y la compartió con el mundo entero. Y... Eso es todo hasta ahora. Muchos han buscado hasta la obsesión respuestas, sobre todo en el boom del 2019; algunos han declarado estar al cien por cien seguros de haberla escuchado en el hilo musical de unos grandes almacenes, pero la canción sigue siendo a día de hoy una total incógnita.
Existen unos pocos misterios auténticos en Internet, misterios sin resolver que no resulten ser fakes obvios o no tan obvios. Este es uno de ellos. ¿Por qué no existe absolutamente ningún dato sobre sus autores, su origen, su título...? ¿Por qué nadie la recuerda? ¿Por qué todas las pistas llevan a ninguna parte?
¿Alguna vez has pagado por alguna atractiva oferta relacionada con un videojuego, una que resultó más tarde ser totalmente inútil? Un DLC, algún tipo de contenido extra prometedor... Entonces me temo que te han hecho la de la "armadura de caballo".
En el año 2006 la compañía Bethesda se probó en eso de los DLC ("downloadable content", contenido descargable) cobrando $2.50 por un contenido extra: una maravillosa armadura para proteger el caballo de tu personaje en el juego "Elder Scrolls IV: Oblivion". Eso sí, lo único gratis era la primera armadura. Las siguientes debías apoquinarlas, como si de un camello invitándote a la primera dosis se tratase.
Esta armadura demostró más adelante servir para bien poco o nada, despertando así una ira y burlas entre los jugadores que poco a poco fue calando por la internet videojueguil hasta alcanzar el estatus de meme que tiene hoy en día.