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Aquí está Björk en un programa de 1988 hablando sobre sus inquietudes respecto al propio aparato de televisión, más mona que en toda su vida y con una voz y un acento capaces de derretir el permafrost. En fin, el amor platónico de cualquier joven alternativo de los 90.
La pobre no pudo volver a ver la televisión tranquila desde que tuvo una conversación con un poeta que le explicó cómo funciona y por qué es tan peligrosa.
Hola. Es Navidad y estoy aquí junto a mi tele. He estado viéndola mucho últimamente porque estoy de vacaciones. Y he estado viendo programas sobre todo tipo de cosas. Sobre islandeses siendo muy felices en Navidad, contentos, y también muy serios y espirituales. Y también he visto cómicos islandeses contando chistes, lo cual se les da muy bien.
Pero ahora siento curiosidad. He apagado la tele y ahora quiero ver cómo funciona. Cómo puede hacerme pasar por todas esas situaciones extrañas. Así que... es el momento.
Este es el aspecto que tiene. Mirad esto. Parece una ciudad. Una pequeña maqueta de una ciudad. Las casas, que están aquí, y las calles. Quizá esto es un ascensor para subir ahí. Y ahí está todo el cableado. Estos cables se encargan de que los electrones pase por ahí. Se encargan de que sean lo suficientemente fuertes para llegar hasta ahí. He leído eso en un libro danés esta mañana.
Esta maravillosa televisión me ha hecho pasar, como he dicho, por todo tipo de situaciones. Recuerdo haber que empecé a tener mucho miedo porque un poeta islandés me dijo que no es como los cines, donde lo que emite las imágenes envía luz a la pantalla, sino que esto es diferente. Esto son millones y millones de pequeñas pantallas que emiten luz, una especie de luz eléctrica, no estoy muy segura. Pero al haber tantas, de hecho estás viendo muchísimas cosas cuando ves la televisión. Tu cabeza está muy ocupada todo el tiempo haciendo cálculos y lo junta todo en una sola imagen. Y al estar tan ocupado haciendo eso, no te preocupas mucho de qué trata el programa que estás viendo. Así que te hipnotiza. Todo lo que hay en la tele va directo a tu cerebro, y dejas de juzgar si es bueno o no.
Simplemente tragas y tragas. Esto es lo que me dijo un poeta de Islandia. Y me empezó a dar tanto miedo la televisión que siempre tenía dolor de cabeza cuando la veía. Entonces, un tiempo después, encontré ese libro danés sobre la televisión, dejé de tener miedo porque leí la verdad, la verdad científica y era mucho mejor.
No deberíais dejar que los poetas os mientan.