Aunque suele venir asociado al trastorno de hiperactividad, hay sujetos que tan sólo padecen los síntomas del déficit de atención. Resumiendo: alguien que lo padezca tiene una gran dificultad para prestar atención. No atiende a los detalles, no se esfuerza en tareas que no le aporten un intenso disfrute inmediato, dejándolas a medio, y se frustra fácilmente al encontrarse con obstáculos.
Ampliemos la lista de esos síntomas:
Una persona con déficit de atención arrastra una cadena de proyectos a medias que dejaron de motivarle lo suficiente como para acabarlos. Se siente frustrado y abandona en cuanto encuentra una dificultad seria. Le interesa todo y no le llena nada, salta de una cosa a otra. La gente le llama olvidadizo, pero la realidad es que no ha olvidado nada, simplemente cuando ellos estaban hablando su atención estaba perdida en cualquier otra cosa. Su impulsividad, su forma de actuar y decir cosas sin pensar en sus consecuencias o en la mejor estrategia, le trae problemas a la hora de relacionarse socialmente de forma correcta. Además, al andar a menudo distraído, se le escapan muchas costumbres y normas comunicativas y sociales.
En cuanto encuentra un obstáculo, abandona. Procura no adquirir responsabilidades que requieren tiempo y esfuerzo. Las tareas impuestas le agobian. Tiene problemas para seguir normas y órdenes.
Este trastorno aparece desde la infancia y dura toda la vida. Se puede tratar desde edades tempranas combinando técnicas educativas especiales y fármacos, principalmente estimulantes centrales (metilfenidato). Un estudio en España estableció que lo padecían un 7% de los niños.
Aun se discute si sus causas tienen origen en los genes, el embarazo o después del parto. La explicación más aceptada por ahora parece ser un trastorno en unos neurotransmisores del sistema central llamados Catecolaminas, aunque también parecen ser influyentes (aunque no causantes) la dieta, altas cantidades de plomo, los traumas, el entorno social o una educación deficiente.
Ampliemos la lista de esos síntomas:
-Falla en dar atención cercana a detalles o comete errores por no fijarse.Además, suele ir ligado, en mayor o menor intensidad, a otros dos trastornos: hiperactividad -movimiento, inquietud contínua, dificultad para permanecer quieto, sentado y atento a una sola tarea- e impulsividad, lo cual le hace actuar sin pensar, obteniendo resultados negativos.
-Tiene dificultades en mantener la atención en sus actividades.
-Parece no escuchar cuando se le habla.
-No sigue las instrucciones o falla en terminar las cosas.
-Tiene dificultad en organizarse.
-Evita situaciones que implican mantener un nivel constante de esfuerzo mental.
-Pierde cosas.
-Es olvidadizo en sus actividades diarias.
-Se distrae con estímulos externos ajenos a su tarea.
-Pierde el rumbo de lo que está haciendo.
-Su proceso mental es desordenado.
-Cambia fácilmente su primera opinión.
-Su proceso cognitivo es lento, tarda en procesar y recordar la información, le cuesta reaccionar rápido.
Una persona con déficit de atención arrastra una cadena de proyectos a medias que dejaron de motivarle lo suficiente como para acabarlos. Se siente frustrado y abandona en cuanto encuentra una dificultad seria. Le interesa todo y no le llena nada, salta de una cosa a otra. La gente le llama olvidadizo, pero la realidad es que no ha olvidado nada, simplemente cuando ellos estaban hablando su atención estaba perdida en cualquier otra cosa. Su impulsividad, su forma de actuar y decir cosas sin pensar en sus consecuencias o en la mejor estrategia, le trae problemas a la hora de relacionarse socialmente de forma correcta. Además, al andar a menudo distraído, se le escapan muchas costumbres y normas comunicativas y sociales.
En cuanto encuentra un obstáculo, abandona. Procura no adquirir responsabilidades que requieren tiempo y esfuerzo. Las tareas impuestas le agobian. Tiene problemas para seguir normas y órdenes.
Este trastorno aparece desde la infancia y dura toda la vida. Se puede tratar desde edades tempranas combinando técnicas educativas especiales y fármacos, principalmente estimulantes centrales (metilfenidato). Un estudio en España estableció que lo padecían un 7% de los niños.
Aun se discute si sus causas tienen origen en los genes, el embarazo o después del parto. La explicación más aceptada por ahora parece ser un trastorno en unos neurotransmisores del sistema central llamados Catecolaminas, aunque también parecen ser influyentes (aunque no causantes) la dieta, altas cantidades de plomo, los traumas, el entorno social o una educación deficiente.
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