Las grandes religiones lo proclaman. Muchas canciones lo afirman: el amor puede cambiar el mundo. El amor es lo más importante. Los Beatles.
Pero, ¿el amor por quién? ¿Sólo por el que es similar a nosotros, a nuestro credo, a nuestra cultura, gustos o físico? ¿Cómo amar al diferente, al enemigo, al que te hace daño, al desconocido o al que no te importa en absoluto? ¿Cómo amar al padre que te maltrata, al garrulo que contamina de ruido la calle con el tubo de escape trucado de su moto, al que te atraca por la calle, al líder del partido político con el que no simpatizas, al fascista, al racista, al que se equivoca, al camarero estúpido que te pone mala cara cuando te sirve, al que te roba o te hace daño?
¿Hablan de eso las religiones? Sí, sí que lo hacen. "Pon la otra mejilla". "Ama al prójimo como a ti mismo". "Ten cerca a tus amigos, pero aun más cerca a tus enemigos". Pero, ¿cómo se hace eso? Las religiones, las leyes y los sistemas políticos te lo dicen: ama y respeta. Pero es como decirle a un atleta "Sé más fuerte. Sé más rápido. Llega más lejos. Mejora cada día". ¿Cómo? ¿Quién le entrena? ¿Cuál es el método?
Amor. Qué palabra tan bonita. Qué palabra de mierda, follada, violada, vestida y bukkakeada una y mil veces en esta bella patria, España. A ti te hablo, patria mía, donde el cristianismo es religión mayoritaria y oficiosa, que no oficial. No tengo nada en contra del cristianismo. Simplemente creo que ha sido usada, corrompida y malentendida. Habían unos libros muy antiguos que atestimoniaban la cultura judía. Entonces vino un señor muy sabio, un revolucionario, uno que hablaba de amar al enemigo y perdonar. "Ya está -se dijeron-, esto tiene que ser de lo que hablan los libros esos. Más o menos es lo mismo, ¿no?". Ese hombre fue uno de los que cambiaron el mundo. Siglos después es el equivalente a Ronald McDonalds o Mickey Mouse. Un logo para tu taza del desayuno, un estandarte para una mafia mundial. Todo esto, claro, desde mi opinión subjetiva, reduccionista e ignorante sobre la historia y la cultura judeo-cristiana.
Pregunta a cualquiera en este país. Claro, sí, el amor es muy importante. Sí, el amor es muy bonito. ¿Quién cojones ama? ¿A quién? A tu pareja, a tus amigos, a tu familia. A los que conoces, claro. Toda una nación ciega. Naciones y naciones por todo el mundo, algunas de ellas de las más poderosas, como EEUU. No podréis cambiar el mundo hasta que comprendáis de una vez que no se trata de un amor tan simple, sino de amar a cada ser, cada segundo, cada palabra, cada átomo de este Universo sin hacer distinciones.
¿Cómo se hace eso? Para ello tendría que empezar a hablar de la que considero indignamente mi religión y los métodos que propone, pero ahí ya estaría haciendo preselitismo, de modo que lo dejaré aquí mismo.
Amad, pero amadlo todo.
Pero, ¿el amor por quién? ¿Sólo por el que es similar a nosotros, a nuestro credo, a nuestra cultura, gustos o físico? ¿Cómo amar al diferente, al enemigo, al que te hace daño, al desconocido o al que no te importa en absoluto? ¿Cómo amar al padre que te maltrata, al garrulo que contamina de ruido la calle con el tubo de escape trucado de su moto, al que te atraca por la calle, al líder del partido político con el que no simpatizas, al fascista, al racista, al que se equivoca, al camarero estúpido que te pone mala cara cuando te sirve, al que te roba o te hace daño?
¿Hablan de eso las religiones? Sí, sí que lo hacen. "Pon la otra mejilla". "Ama al prójimo como a ti mismo". "Ten cerca a tus amigos, pero aun más cerca a tus enemigos". Pero, ¿cómo se hace eso? Las religiones, las leyes y los sistemas políticos te lo dicen: ama y respeta. Pero es como decirle a un atleta "Sé más fuerte. Sé más rápido. Llega más lejos. Mejora cada día". ¿Cómo? ¿Quién le entrena? ¿Cuál es el método?
Amor. Qué palabra tan bonita. Qué palabra de mierda, follada, violada, vestida y bukkakeada una y mil veces en esta bella patria, España. A ti te hablo, patria mía, donde el cristianismo es religión mayoritaria y oficiosa, que no oficial. No tengo nada en contra del cristianismo. Simplemente creo que ha sido usada, corrompida y malentendida. Habían unos libros muy antiguos que atestimoniaban la cultura judía. Entonces vino un señor muy sabio, un revolucionario, uno que hablaba de amar al enemigo y perdonar. "Ya está -se dijeron-, esto tiene que ser de lo que hablan los libros esos. Más o menos es lo mismo, ¿no?". Ese hombre fue uno de los que cambiaron el mundo. Siglos después es el equivalente a Ronald McDonalds o Mickey Mouse. Un logo para tu taza del desayuno, un estandarte para una mafia mundial. Todo esto, claro, desde mi opinión subjetiva, reduccionista e ignorante sobre la historia y la cultura judeo-cristiana.
Pregunta a cualquiera en este país. Claro, sí, el amor es muy importante. Sí, el amor es muy bonito. ¿Quién cojones ama? ¿A quién? A tu pareja, a tus amigos, a tu familia. A los que conoces, claro. Toda una nación ciega. Naciones y naciones por todo el mundo, algunas de ellas de las más poderosas, como EEUU. No podréis cambiar el mundo hasta que comprendáis de una vez que no se trata de un amor tan simple, sino de amar a cada ser, cada segundo, cada palabra, cada átomo de este Universo sin hacer distinciones.
¿Cómo se hace eso? Para ello tendría que empezar a hablar de la que considero indignamente mi religión y los métodos que propone, pero ahí ya estaría haciendo preselitismo, de modo que lo dejaré aquí mismo.
Amad, pero amadlo todo.
1 comentario:
Por que nadie comento aqui?
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