Mi amiga Am3ba deja el tercer tercio en la mesa de madera desnivelada y me pregunta:
- ¿Y tú qué sientes hacia la vida?
Y la verdad, me deja unos momentos sin palabra.
- Buena pregunta. Es un pedazo de pregunta, sí señor. Qué siento yo hacia la vida... Menuda pregunta zen me acabas de lanzar. Menudo koan. Esto me recuerda a una escena de una película de Star Trek. El Doctor Spock por lo visto está pasando su último examen. Una máquina, una especie de ordenador, le va lanzando preguntas científicas dificilísimas, muy avanzadas, y él las va contestando todas implacable. Y entonces llega la última pregunta. La máquina le pregunta "¿Cómo se siente?". El Doctor Spock queda perplejo. No se esperaba esa pregunta. No sabe a qué viene, ni qué responder. Dice que no entiende la pregunta, pero la máquina se la devuelve inmutable: "¿Cómo se siente?". ¿Qué siento yo hacia la vida?... Pues siento caos, y confusión, y absurdo, que el universo no se mantiene de tan improbable, pero también siento que todo esto es muy hermoso, que es una gran oportunidad. Siento dolor hacia la vida, pero de cuando en cuando, entre dolor y dolor, uno tiene un respiro para ser objetivo y decir "Oh, la vida, qué milagro". Siento los rincones bajo las escaleras y tras las puertas de las casas abandonadas cerradas con candados oxidados, tan oscuros que mientras tanto no existen. Siento la palabra a destiempo y el grito fuera de lugar, el sentimiento y la telaraña a medio, el maremágnum, el maelström de una corte giratoria de cien mil Fernandos Pessoas tocando ritmos inhumanos en sus flautas en honor a Azathoth, sentado ciego e idiota en medio de todo.
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